Introducción
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, más conocidos como
Objetivos Mundiales, se crearon en unión los Estados Miembros en 2015 como un denominado
universal para poner fin a la pobreza, cuidar
el planeta y garantizar que todos los habitantes del mundo disfruten de paz y prosperidad para 2030.
Reconocen que las intervenciones en un área afectarán los
resultados de otras y que el desarrollo debe equilibrar la sostenibilidad medio
ambiental, económica y social.
Siguiendo la promesa de no dejar a nadie atrás, los países
se han comprometido a acelerar el progreso para aquellos más atrasados. Es por
esto que los ODS han sido diseñados para traer al mundo varios “ceros” que
cambien la vida, lo que incluye pobreza cero, hambre cero, SIDA cero y
discriminación cero contra las mujeres y niñas.
Todo el mundo es necesario para alcanzar estos objetivos
ambiciosos. Se necesita la creatividad, el conocimiento, la tecnología y los
recursos financieros de toda la sociedad para conseguir los ODS en cada
contexto.
Tabla 1Ilustraciones de los objetivos
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Objetivos
Fin de la pobreza
A nivel
mundial, el número de personas que viven en situación de extrema pobreza
disminuyó desde un 36 % en 1990 hasta un 10 % en 2015. No obstante,
el ritmo al que se produce este cambio está disminuyendo, y la crisis de la
COVID-19 pone en riesgo décadas de progreso en la lucha contra la pobreza. Una
nueva investigación publicada por
el Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del Desarrollo de la
Universidad de las Naciones Unidas advierte de que las consecuencias económicas
de la pandemia mundial podrían incrementar la pobreza en
todo el mundo hasta llegar a afectar a 500 millones de personas más, o lo que es lo mismo, a un 8 % más de la población
total mundial. Esta sería la primera vez que la pobreza aumente en todo el
mundo en 30 años, desde 1990.
“Uno de los desafíos más importantes que
plantea la adopción de una agenda tan ambiciosa y transformativa guarda
relación con la financiación de los Objetivos y metas”.
Más de 700 millones de personas, o el 10 % de la población mundial, aún vive en
situación de extrema pobreza a día de hoy, con dificultades para satisfacer las
necesidades más básicas, como la salud, la educación y el acceso a agua y
saneamiento, por nombrar algunas. La mayoría de las personas que viven con
menos de 1,90 dólares al día viven en el África subsahariana. En todo el
mundo, los índices de pobreza en las áreas rurales son del 17,2 %; más del triple de los mismos índices para las áreas
urbanas.

Para los que
trabajan, su puesto de trabajo no les garantiza una vida digna. De hecho, el 8 % de los
trabajadores de todo el mundo, y sus familias, vivían en situación de extrema
pobreza en 2018. Uno de cada cinco niños vive en situación de extrema pobreza.
Garantizar la protección social de todos los niños y otros grupos vulnerables
resulta crucial para reducir la pobreza.
Hambre cero
Tras décadas
de una disminución constante, el número de personas que padecen hambre (medido
por la prevalencia de desnutrición) comenzó a aumentar lentamente de nuevo en
2015. Las estimaciones actuales indican que cerca de 690
millones de personas en el mundo padecen hambre, es decir, el 8,9 por ciento de la población mundial, lo
que supone un aumento de unos 10 millones de personas en un año y de unos 60
millones en cinco años.
El mundo no
está bien encaminado para alcanzar el objetivo de hambre cero para 2030. Si continúan
las tendencias recientes, el número de personas afectadas por el hambre
superará los 840 millones de personas para 2030.
Según el
Programa Mundial de Alimentos, alrededor de 135 millones de personas padecen hambre severa
, debido
principalmente a los conflictos causados por los seres humanos, el cambio
climático y las recesiones económicas. La pandemia de COVID-19 podría duplicar
ahora esa cifra y sumar unos 130 millones de personas más que estarían en
riesgo de padecer hambre severa a finales de 2020.

Con más
de 250 millones de personas que podrían encontrarse al
borde de la hambruna
, es
necesario actuar rápidamente para proporcionar alimentos y ayuda humanitaria a
las regiones que corren más riesgos.
Al mismo
tiempo, es necesario llevar a cabo un cambio profundo en el sistema
agroalimentario mundial si queremos alimentar a más de 820 millones de
personas que padecen hambre y a los 2000 millones de personas más que vivirán en el mundo en 2050. El aumento de la
productividad agrícola y la producción alimentaria sostenible son cruciales
para ayudar a aliviar los riesgos del hambre.
Salud
y bienestar
Garantizar
una vida sana y promover el bienestar en todas las edades es esencial para el
desarrollo sostenible.
Actualmente,
el mundo se enfrenta a una crisis sanitaria mundial sin precedentes; la COVID-19 está propagando el
sufrimiento humano, desestabilizando la economía mundial y cambiando
drásticamente las vidas de miles de millones de personas en todo el mundo.
Antes de la
pandemia, se consiguieron grandes avances en la mejora de la salud de millones de personas. En concreto, estos grandes avances se alcanzaron al
aumentar la esperanza de vida y reducir algunas de las causas de muerte comunes
asociadas con la mortalidad infantil y materna. Sin embargo, se necesitan más
esfuerzos para erradicar por completo una gran variedad de enfermedades y
abordar un gran número de problemas de salud, tanto constantes como emergentes.
A través de una financiación más eficiente de los sistemas sanitarios, un mayor
saneamiento e higiene, y un mayor acceso al personal médico, se podrán
conseguir avances significativos a la hora de ayudar a salvar las vidas de
millones de personas.
“La Agenda 2030 incluye también un capítulo de Medios de
Implementación que vincula de manera integral el acuerdo de la Agenda de Acción de Addis Abeba para la financiación del Desarrollo”.
Las
emergencias sanitarias, como la derivada de la COVID-19, suponen un riesgo
mundial y han demostrado que la preparación es vital. El Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo señaló las grandes diferencias relativas a
las capacidades de los países para lidiar con la crisis de la
COVID-19 y recuperarse de ella. La
pandemia constituye un punto de inflexión en lo referente a la preparación para
las emergencias sanitarias y la inversión en servicios públicos vitales del
siglo XXI.
Educación de calidad
La educación
permite la movilidad socioeconómica ascendente y es clave para salir de la
pobreza. Durante la última década, se consiguieron grandes avances a la hora de
ampliar el acceso a la educación y las tasas de matriculación en las escuelas
en todos los niveles, especialmente para las niñas. No obstante, alrededor de 260 millones de
niños aún estaban fuera de la escuela en
2018; cerca de una quinta parte de la población mundial de ese grupo de edad.
Además, más de la mitad de todos los niños y adolescentes de todo el
mundo no están alcanzando los estándares mínimos de competencia en lectura y matemáticas.
“En 2020, a
medida que la pandemia de la COVID-19 se propagaba por todo el planeta, la
mayor parte de los países anunciaron el cierre temporal de las escuelas, lo que
afectó a más del 91 % de los estudiantes en todo el mundo. En abril de
2020, cerca de 1600 millones
de niños y jóvenes estaban fuera de la escuela. Igualmente, cerca de 369 millones de niños que dependen de los comedores
escolares tuvieron que buscar otras
fuentes de nutrición diaria”.
Nunca antes
habían estado tantos niños fuera de la escuela al mismo tiempo, lo que altera
su aprendizaje y cambia drásticamente sus vidas, especialmente las de los niños
más vulnerables y marginados. La pandemia mundial tiene graves consecuencias
que pueden poner en peligro los avances que tanto costaron conseguir a la hora
de mejorar la educación a nivel mundial
Igualdad de genero
La igualdad
de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los
fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible.
Se han
conseguido algunos avances durante
las últimas décadas: más niñas están escolarizadas, y se obliga a menos niñas
al matrimonio precoz; hay más mujeres con cargos en parlamentos y en posiciones
de liderazgo, y las leyes se están reformando para fomentar la igualdad de
género.
A pesar de
estos logros, todavía existen muchas dificultades: las
leyes y las normas sociales discriminatorias continúan siendo generalizadas,
las mujeres siguen estando infrarrepresentadas a todos los niveles de liderazgo
político, y 1 de cada 5 mujeres y niñas de entre 15 y 49 años afirma
haber sufrido violencia sexual o física a manos de una pareja íntima en un
período de 12 meses.
Las mujeres
desempeñan un papel desproporcionado en la respuesta al virus, incluso como
trabajadoras sanitarias en primera línea y como cuidadoras en el hogar. El
trabajo de cuidados no remunerado de las mujeres ha aumentado de manera
significativa como consecuencia del cierre de las escuelas y el aumento de las
necesidades de los ancianos. Las mujeres también se ven más afectadas por los
efectos económicos de la COVID-19, ya que trabajan, de manera desproporcionada,
en mercados laborales inseguros. Cerca del 60 % de las mujeres trabaja en
la economía informal, lo que las expone aún más a caer en la pobreza.
La pandemia
también ha conducido a un fuerte aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas. Con las medidas de confinamiento en vigor, muchas
mujeres se encuentran atrapadas en casa con sus abusadores, con dificultades
para acceder a servicios que están padeciendo recortes y restricciones. Los
nuevos datos muestran que, desde el brote de la pandemia, la violencia contra
las mujeres y las niñas (y, especialmente, la violencia doméstica) se ha
intensificado.
Agua
limpia y saneamiento
Si bien se
ha conseguido progresar de manera sustancial a la hora de ampliar el acceso a
agua potable y saneamiento, existen miles de millones de personas
(principalmente en áreas rurales) que aún carecen de estos servicios básicos.
En todo el mundo, una de cada tres personas no tiene acceso a agua potable
salubre, dos de cada cinco personas no disponen de una instalación
básica destinada a lavarse las manos con
agua y jabón, y más de 673 millones
de personas aún defecan al aire libre.
La pandemia
de la COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia vital del saneamiento, la
higiene y un acceso adecuado a agua limpia para prevenir y contener las
enfermedades. La higiene de manos salva vidas.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el lavado de manos es una de las acciones más efectivas
que se pueden llevar a cabo para
reducir la propagación de patógenos y prevenir infecciones, incluido el virus
de la COVID-19. Aun así, hay miles de millones de personas que carecen de
acceso a agua salubre y saneamiento, y los fondos son insuficientes.
El mundo
está avanzando hacia la consecución del Objetivo 7 con indicios alentadores de que la energía se está
volviendo más sostenible y ampliamente disponible. El acceso a la electricidad
en los países más pobres ha comenzado a acelerarse, la eficiencia energética
continúa mejorando y la energía renovable está logrando resultados excelentes
en el sector eléctrico.
Energía asequible y no
contamiento
A pesar de
ello, es necesario prestar una mayor atención a las mejoras para el acceso a
combustibles de cocina limpios y seguros, y a tecnologías para
3000 millones de personas, para expandir el uso de la energía renovable
más allá del sector eléctrico e incrementar la electrificación en el África
subsahariana.
El informe de
progreso en materia de energía proporciona
un registro mundial del progreso relativo al acceso a la energía, la eficiencia
energética y la energía renovable. Evalúa el progreso conseguido por cada país
en estos tres pilares y ofrece una panorámica del camino que nos queda por
recorrer para conseguir las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
2030.
Industria, innovación e
infraestructura
La
industrialización inclusiva y sostenible, junto con la innovación y la infraestructura,
pueden dar rienda suelta a las fuerzas económicas dinámicas y competitivas que
generan el empleo y los ingresos. Estas desempeñan un papel clave a la hora de
introducir y promover nuevas tecnologías, facilitar el comercio internacional y
permitir el uso eficiente de los recursos.
El
crecimiento del sector manufacturero a nivel mundial ha ido disminuyendo
constantemente, incluso antes del brote de la pandemia de la COVID-19. La
pandemia está afectando gravemente a las industrias manufactureras y está provocando alteraciones en las cadenas de
valor mundiales y en el suministro de productos.
La
innovación y el progreso tecnológico son claves para descubrir soluciones
duraderas para los desafíos económicos y medioambientales, como el aumento de
la eficiencia energética y de recursos. A nivel mundial, la inversión en investigación y desarrollo (I+D), como porcentaje del PIB, aumentó de un
1,5 % en el 2000 a un 1,7 % en el 2015, y continuó casi en el mismo
nivel en el 2017. Sin embargo, en las regiones en desarrollo fue inferior al
1 %.
En términos
de infraestructura de comunicaciones, más de la mitad de la población mundial
está ahora conectada y casi toda la población global vive en un área con
cobertura de red móvil. Se estima que, en 2019, el 96,5 % de la población tenía cobertura de red,
como mínimo, 2G
Reducción
de la desigualdad
Reducir las
desigualdades y garantizar que nadie se queda atrás forma parte integral de la
consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La
desigualdad dentro de los países y entre estos es un continuo motivo de
preocupación. A pesar de la existencia de algunos indicios positivos hacia la
reducción de la desigualdad en algunas dimensiones, como la reducción de la
desigualdad de ingresos en algunos países y el estatus comercial preferente que
beneficia a los países de bajos ingresos, la desigualdad aún continúa.
La COVID-19
también pone en riesgo los escasos avances que se han conseguido en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres durante las últimas
décadas. Prácticamente en todos los ámbitos, desde la salud hasta la economía,
desde la seguridad hasta la protección social, los efectos de la COVID-19 han
agravado la situación de las mujeres y las niñas simplemente como consecuencia
de su sexo.
Las
desigualdades también están aumentando para las poblaciones vulnerables en países con sistemas sanitarios más deficientes y en países
que se enfrentan a crisis humanitarias existentes. Los refugiados y los
migrantes, así como los pueblos indígenas, los ancianos, las personas con
discapacidad y los niños se encuentran especialmente en riesgo de ser
excluidos. Además, el discurso de odio dirigido
a los grupos vulnerables está en aumento.
Producción
y consumo responsable
El consumo y la producción mundiales (fuerzas impulsoras de la economía
mundial) dependen del uso del medio ambiente natural y de los recursos de una
manera que continúa teniendo efectos destructivos sobre el planeta.
Estos son algunos hechos y cifras:
La pandemia de la COVID-19 ofrece a los países la oportunidad de
elaborar planes de recuperación que reviertan las tendencias actuales y cambien
nuestros patrones de consumo y producción hacia un futuro más sostenible.
El consumo y la producción sostenibles consisten en hacer más y mejor con menos. También se trata de
desvincular el crecimiento económico de la degradación medioambiental, aumentar
la eficiencia de recursos y promover estilos de vida sostenibles.
El consumo y la producción sostenibles también pueden contribuir de
manera sustancial a la mitigación de la pobreza y a la transición hacia
economías verdes y con bajas emisiones de carbono.
Tabla 2

Acción por el clima
El 2019 fue
el segundo año más caluroso de todos los tiempos y marcó el final de la década más calurosa
(2010-2019) que se haya registrado jamás.
El cambio
climático está afectando a todos los países de todos los continentes. Está
alterando las economías nacionales y afectando a distintas vidas. Los sistemas
meteorológicos están cambiando, los niveles del mar están subiendo y los
fenómenos meteorológicos son cada vez más extremos.
A pesar de
que se estima que las emisiones de gases de efecto invernadero caigan alrededor
de un 6 % en 2020 debido a las restricciones de movimiento y las
recesiones económicas derivadas de la pandemia de la COVID-19, esta mejora es
solo temporal. El
cambio climático no se va a pausar. Una
vez que la economía
Conclusiones
“Como principal organismo de las Naciones Unidas para el
desarrollo, el PNUD tiene una posición única para ayudar a implementar los
Objetivos a través de nuestro trabajo en unos 170 países y territorios.
Apoyando a países a conseguir los ODS con soluciones
integradas. Los desafíos complejos actuales, que van desde detener el
avance de las enfermedades hasta prevenir el conflicto, no se pueden tratar de
forma eficiente aisladamente. Para el PNUD esto significa centrarse en
sistemas, causas profundas y conexiones entre desafíos, no solo sectores
temáticos, para crear soluciones que respondan a las realidades diarias de las
personas.
su trayectoria trabajando con los Objetivos nos ha dotado
de una experiencia valiosa y probados conocimientos normativos que nos
permitirán a todos alcanzar las metas establecidas en los ODS de aquí a 2030”.
https://www.powtoon.com/c/aZWoUoPfZ19/1/m
Bibliografía
exteriorer. (s.f.). exteriorer. Obtenido de
exteriorer: http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/PoliticaExteriorCooperacion/NacionesUnidas/Paginas/ObjetivosDeDesarrolloDelMilenio.aspx
oji. (15 de 07 de
2017). observatorio de la juventud . Obtenido de observatorio de la
juventud : https://www.observatoriodelajuventud.org/el-lugar-de-la-educacion-en-los-objetivos-de-desarrollo-sostenible/?gclid=CjwKCAjwh7H7BRBBEiwAPXjadiKoFPgzmgE1WiQRx4LP-xkCS5ocXqHmo0jly7o3ACail9tJ5ex8DhoC6QYQAvD_BwE
ONU. (2019). OBJETIVOS
DE DESARROLLO SOSTENIBLE .













